Seguramente ya lo sabes. Entre todas las consecuencias negativas del consumo excesivo de alcohol, habrás oído de una de las más importantes, la cirrosis hepática. Sin embargo, el alcoholismo no es la única razón por la que puedes desarrollar cirrosis. En realidad, existen múltiples factores que pueden detonar esta enfermedad.
¿Qué es la cirrosis hepática?
La cirrosis hepática es un proceso de cicatrización del hígado, lo que trae como consecuencia fallas en su funcionamiento. Esto es grave, ya que nuestro hígado destaca por ser el órgano interno más grande del cuerpo, capaz de:
- Producir la bilis, una aliada para la absorción de grasa y algunas vitaminas.
- Extraer los nutrientes absorbidos por el aparato digestivo y procesarlos.
- Controlar el metabolismo del colesterol en nuestro cuerpo.
- Fabricar las proteínas de sangre del cuerpo.
¿Qué causa de la cirrosis hepática?
Esta enfermedad es consecuencia de una lesión en el hígado causada por varios factores y no únicamente por la ingesta frecuente de alcohol. Tal es el caso de una infección crónica causada por el virus de hepatitis (B y C). Al igual que el hígado graso, trastornos hereditarios, consumo de drogas, enfermedades en el conducto biliar y hasta enfermedades autoinmunes.
20% de los pacientes con cirrosis hepática no tienen una causa identificable
Pero desafortunadamente, es difícil identificar en las primeras etapas de la enfermedad algún signo específico. Sin embargo, de acuerdo con el Colegio Americano de Gastroenterología, a medida que el tejido cicatricial avanza, pueden empezar a notarse los siguientes síntomas:
- Fatiga
- Picazón en la piel
- Edema (retención anormal de líquidos en el cuerpo)
- Ascitis (retención anormal de líquidos en la zona abdominal)
- Sangrado del tubo digestivo
- Ictericia (decoloración de la piel, oscurecimiento de la orina, ojos amarillentos, heces de color claro)
- Encefalopatía hepática (desaceleración mental, confusión, somnolencia y hasta problemas con el habla)
- Náuseas y pérdida de apetito
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Es por esta razón que, al tratarse en un principio de una enfermedad silenciosa, no debes de esperarte a presentar algún síntoma para acudir con el médico. Si sueles beber frecuentemente o conoces a alguien que lo hace, no se olviden de ir a consulta para conocer el estado del hígado.